EL MARQUÉS DE SANTILLANA
(1388 – 1458)
(1388 – 1458)
Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en
Carrión de los Condes, Palencia, en 1388.
En 1412 se casó con Catalina de Figueroa, hija del maestre
de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, lo que le permitió aumentar su
formidable patrimonio, hasta el punto de convertirse en uno de los grandes de
España más poderosos e influyentes del siglo XV castellano.
Como los grandes caballeros de su tiempo, tomó parte en la
política de aquella época, unas veces al lado del rey Juan II de Castilla,
otras contra é, otras al lado del rey de Aragón Fernando de Antequera.
Fue partícipe en varias batallas y, por su esfuerzo en la
contienda de Olmedo, obtuvo los títulos de Marqués de Santillana y conde de
Manzanares. Más tarde se retiró a su palacio, ubicado en Guadalajara, en donde
falleció en 1458.
Gran poeta, literato y uno de los más grandes personajes de
la corte de Juan II. Poseía una de las mejores bibliotecas de su tiempo.
Con las Serranillas, el Marqués
de Santillana, fue un género al que se sintió más apegado y siempre tuvo en
gran estima. Por esto siempre lo cultivó. Tal vez la ligereza y ocasionalidad
del género, cuya ejecución y divulgación se produciría sobre todo de forma oral
y cantada, facilitó el que esas piezas quedaran fuera de las compilaciones
poéticas cortesanas y, como sugiere Lapesa, «acaso fueran tan conocidas que los
compiladores no creyeran necesario transcribirlas»
Lo que sí es cierto es que
alcanzaron un alto grado de difusión y popularidad. Muchas de ellas sufrieron un
alto grado de difusión y reelaboración. Por ejemplo, la II, La vaquera de Morana, tuvo su glosa en
las muy difundidas «Coplas de Antón, vaquero de Morana» que aún inspirarían a
Lope de Vega en su comedia El Vaquero de Morana.
La serrana de Boxmediano (I) y
La vaquera de Morana (II), que tienen por escenario las sierras del A-loncayo,
corresponden a su campaña en Agreda como frontero, en 1429.
Cuando Íñigo López de Mendoza
escribe sus Serranillas el género estaba bien consolidado. Existía la práctica
cortesana y aristocrática de los cantares o narraciones de aventuras serranas
al regreso de un viaje y como divertimento palaciego.
1.
[LA SERRANA DE BOXMEDIANO]
Serranillas
de Moncayo,
Dios
vos dé buen año entero,
ca
de muy torpe lacayo
faríades
cavallero.
Ya
se passava el verano, 5
al
tiempo que hombre s'apaña
con
la ropa a la tajaña,
encima
de Boxmediano
vi
serrana sin argayo
andar
al pie del otero, 10
más
clara que sal'en mayo
ell
al va nin su luzero.
serrana
de buen donaire.»
Respondió
como 'n desgaire: 15
«¡Ay!
qu'en hora buena venga
aquel
que para Sant Payo
d'esta
irá mi prisionero».
E
vino a mí como rayo,
diziendo:
«¡Preso, montero!» 20
Díxele:
«Non me matedes,
serrana,
sin ser oído,
ca
yo non soy del partido
d'essos
por quien vos lo havedes;
aunque
me vedes tal sayo, 25
en
Agreda soy frontero,
e
non me llaman Pelayo,
maguer
me vedes señero.»
Desque
oyó lo que dezía,
dixo:
«Perdonad, amigo, 30
mas
folgad hora comigo
e
dexad la montería;
a
este currón que trayo
quered
ser mi parçionero,
pues
me fallesçió Mingayo, 35
que
era comigo ovejero.
Finida
Entre
Torellas y el Fayo
passaremos
el febrero.»
Díxele:
«De tal ensayo,
serrana,
soy plazentero.» 40
2.
[LA VAQUERA DE MORANA]
de
Trasmoz a Veratón,
non
vi tan gentil serrana.
Partiendo
de Conejares,
allá
suso en la montaña, 5
cerca
de la Travessaña,
camino
de Trasovare,
encontré
moça loçana
poco
más acá de Anón,
riberas
d'una fontana. 10
Traía
saya apretada
muy
bien fecha en la cintura;
a
guisa de Estremadura,
çinta
e collera labrada.
Dixe:
«Dios te salve, hermana; 15
aunque
vengas d'Aragón,
d'esta
serás castellana.»
Respondióme:
«Cavallero,
non
penséis que me tenedes,
ca
primero provaredes 20
este
mi dardo pedrero;
ca
después d'esta semana
fago
bodas con Antón,
vaquerizo
de Morana.»
[LA VAQUERA DE LA FINOJOSA]
Moça
tan fermosa
non
vi en la frontera,
com'
una vaquera
de
la Finojosa.
Faziendo
la vía 5
del
Calatraveño
a
Santa María,
vencido
del sueño,
por
tierra fragosa
perdí
la carrera, 10
do
vi la vaquera
de
la Finojosa.
En
un verde prado
de
rosas e flores,
guardando
ganado 15
con
otros pastores,
la
vi tan graciosa
que
apenas creyera
que
fuesse vaquera
de
la Finojosa. 20
Non
creo las rosas
de
la primavera
sean
tan fermosas
nin
de tal manera.
Fablando
sin glosa, 25
si
antes supiera
de
aquella vaquera
de
la Finojosa,
non
tanto mirara
su
mucha beldad, 30
porque
me dexara
en
mi libertad.
Mas
dixe: «Donosa
(por
saber quién era),
¿dónde
es la vaquera 35
de
la Finojosa?»
Bien
como riendo,
dixo:
«Bien vengades,
que
ya bien entiendo
lo
que demandades: 40
non
es desseosa
de
amar, nin lo espera,
aquessa
vaquera
de
la Finojosa.»
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