POESÍA PARA LA CRISIS
Biblioteca
“Honorato de Castro” de Borja. (Zaragoza)
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Los
comediógrafos españoles Serafín
Álvarez Quintero (1871 – 1938) y su inseparable hermano Joaquín Álvarez Quintero (1873 – 1944)
se instalaron en Sevilla, donde vivieron bastante tiempo como empleados de
Hacienda, mientras colaboraban en diversas publicaciones como El Diablo Cojuelo, e iniciaron
paulatinamente su dedicación exclusiva al teatro.
Los hermanos Quintero iniciaron su debut
como autores en 1888, con “Esgrima y
amor” en el teatro Cervantes de Sevilla. El éxito de la comedia les
impulsa a viajar a Madrid, donde, a partir de 1889, estrenan varios sainetes
líricos y juguetes cómicos.
En 1897 con “El ojito derecho” obtuvieron su primer
éxito, seguidos de muchos otros más. Ambos hermanos colaboraron en todas sus
obras dramáticas y fueron miembros de la Real Academia de la Lengua Española.
En total
escribieron cerca de doscientos títulos, y obtuvieron incontables premios. Fueron
nombrados hijos predilectos de Utrera y Sevilla y adoptivos de Málaga y
Zaragoza. Sus obras fueron traducidas a todos los idiomas; se representaron
en las más apartadas latitudes y sus autores gozaron de innumerables
homenajes.
Muchas de sus
piezas son de naturaleza costumbrista, describiendo el modo de ser de sus
nativas tierras andaluzas, pero dejando al margen la visión sombría y
miserable de las lacras sociales; hay una genuina visión cómica. Son maestros
en el diálogo, que es siempre vivaz y gracioso.
Los restos de
ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.
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ERA UN JARDÍN SONRIENTE...
Era un jardín
sonriente;
era una
tranquila fuente
de cristal;
era, a su
borde asomada,
una rosa
inmaculada
de un rosal
Era un viejo
jardinero
que cuidaba
con esmero
del vergel,
y era la rosa
un tesoro
de más
quilates que el oro
para él.
A la orilla de
la fuente
un caballero
pasó,
y la rosa
dulcemente
de su tallo
separó.
Y al notar el
jardinero
que faltaba en
el rosal,
cantaba así,
plañidero,
receloso de su
mal:
-Rosa la más
delicada
que por mi
amor cultivaba
nunca fue;
rosa la más
encendida
la más
fragante y pulida
que cuidé;
blanca
estrella que del cielo,
curiosa de ver
el suelo,
resbaló;
a la que una
mariposa
de mancharla
temerosa
no llegó
¿Quién te
quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o
por tu mal?
¿Quién te
llevó de la rama,
que no estás
en tu rosal?
¿Tú no sabes
que es grosero
el mundo? ¿Qué
es traicionero
el amor?
¿Qué no se
aprecia en la vida
la pura miel
escondida
en la flor?
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¿Bajo qué
cielo caíste?
¿a quién tu
tesoro diste
virginal?
¿En que manos
te deshojas?
¿Qué aliento
quema tus hojas
infernal?
¿Quién te
cuida con esmero
como el viejo
jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti
sola suspira?
¿Quién te
quiere? ¿Quién te mira
como yo?
¿Quién te
miente que te ama
con fe y con
ternura igual?
¿Quién te
llevó de la rama,
que no estás
en tu rosal?
¿Por qué te
fuiste tan pura
de otra vida a
la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a
tu recreo?
¿Qué a tu
inocente deseo,
soñador?
En la fuente
limpia y clara,
espejo que te
copiara
¿no te di?
Los pájaros
escondidos,
¿no cantaban
en sus nidos
para ti?
Cuando era el
aire de fuego,
¿no refresqué
con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi
trato amigo
en las heladas
abrigo
protector?
Quién para sí
te reclama,
¿te hará bien
o te hará mal?
¿Quién te
llevó de la rama,
que no estás
en tu rosal?
Así un día y
otro día
entre espinas
y entre flores,
el jardinero
plañía,
imaginando
dolores,
desde aquel en
que a la fuente
un caballero
llegó
y la rosa
dulcemente
de su tallo
separó...
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