POESÍA PARA LA CRISIS
Biblioteca
“Honorato de Castro” de Borja. (Zaragoza)
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POESÍA MATEMÁTICA
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En
las muchas hojas
del
libro de matemáticas
un
Cociente se enamoró
un
día dolorosamente
de
una Incógnita.
La
vio con su mirada innumerable
y
la vio desde el ápice a la base:
Una
figura impar,
ojos
de robot, boca de trapecio,
cuerpo
rectangular, senos esferoides.
Hizo
de la suya una vida
paralela
a la de ella,
hasta
que se encontraron
en
el infinito.
¿Quién
eres tú? – indagó ella
con
ansia radical.
– Pero puedes llamarme hipotenusa -.
Y
de hablar descubrieron que eran
(lo
que en aritmética corresponde a las almas hermanas)
primos
entre sí.
Y
así se amaron
al
cuadrado de la velocidad de la luz,
en
una sexta potencia trazando,
al
sabor del momento y de la pasión,
rectas,
curvas, círculos y líneas sinoidales
en
los jardines de la cuarta dimensión.
Escandalizaron
a los ortodoxos de las formas euclidianas
y
a los exegetas del Universo infinito.
Rompieron
convenciones newtonianas y pitagóricas.
Y
al fin resolvieron casarse, constituir un hogar.
Más
que un hogar, una perpendicular.
Invitaron
como padrinos
al
Polígono y a la Bisectriz.
E
hicieron planos, ecuaciones y diagramas para el futuro
soñando
con una felicidad
integral
y diferencial.
Y
se casaron y tuvieron una secante y tres conos muy graciosillos
Y
fueron felices hasta aquel día
en
que todo se vuelve al fin
monotonía.
Fue
entonces cuando surgió
El
Máximo Común Divisor.
Ofreciole,
a ella,
una
grandeza absoluta
y
la redujo a un denominador común.
El
Cociente, percibió
que
con ella no formaba un todo,
una
unidad.
Era
un triángulo, llamado amoroso.
De
ese problema él era una fracción,
la
más ordinaria,
pero
fue entonces cuando Einstein descubrió la Relatividad
y
todo lo que era espurio pasó a ser moralidad
como
en cualquier sociedad.
Millôr Fernandes (Brasil)
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Me gusta lo que suma, lo que
multiplica…
No me gusta lo que resta,
y termina dividiendo un conjunto en
fracciones…
Me gusta de los conjuntos el que
incluye,
el que es directamente proporcional
y también me gusta reconocer a los
que son diametralmente opuestos.
De las figuras geométricas no me
gusta el círculo cuadrado,
que viciosamente encierra
O, que aún abierto, potencia
lo que se va por la tangente.
En forma inversamente proporcional,
del círculo me gusta que es redondo,
y por eso puede echar a rodar…
Me gusta lo paradojal de lo plano que
es plano,
y se deriva de esto
que no por superficial
deja de ser sustento…
Me gusta la intersección de la
diferencia.
No me gusta haber visto un número
irracional de veces
la no discriminación de lo mutuamente
excluyente,
qué distinto a la espiral, que
dialéctica, integra,
incluye, se abre y expande
interminablemente…
De la infinita línea de puntos me
gusta paralelamente
que se parece a la más larga
caminata,
la que comienza con el primer paso,
y me gusta que en el curso de esa
larga caminata
se puede poner algo entre paréntesis…
O elegir un curso que se bifurque
alternativamente…
que se bifurque, alternativamente
Por eso también la precisión de y en
la puntuación, me agradan
desproporcionadamente
Me gusta que el saldo sea positivo….
Teniendo igual en mente que
el final de cuentas podría
resultar negativo,
y así, aún así, su función sería la
de
incrementar algún coeficiente.
Fabiana
Porracin
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