POESÍA PARA LA CRISIS
Biblioteca
“Honorato de Castro” de Borja. (Zaragoza)
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Gustavo Adolfo
Becquer. Nació en Sevilla, el 17 de febrero de 1836.
Su obra es muy
reducida, sencilla, cálida, sentimental y depurada. La componen sus célebres
"Rimas" (conjunto de 94
poemas breves) 25 leyendas y sus
nueve cartas literarias con el título "Desde mi Celda". En
el Monasterio de Veruela, junto con su hermano Valeriano, encontró un lugar
para restablecerse de sus problemas de salud, y desde allí envió sus escritos,
entre ellos "Cartas desde mi celda",
a diversas revistas.
Es uno de los
últimos representantes del Romanticismo del siglo XIX, que alcanzó el
reconocimiento después de su muerte, cuando vieron la luz muchas de sus
obras. Un claro ejemplo de este “olvido” fue su libro "Rimas", que se perdió durante la
Revolución de 1868, y gracias a su memoria y a las publicaciones donde
algunas ya habían aparecido, se pudo reconstruir su obra más famosa, que
terminó lanzándose junto a sus "Leyendas"
en 1871, a un año de su desaparición física, como gesto de sus amigos para
ayudar a su familia. Inicalmente Becquer las denominó “El Libro de los gorriones”.
Su vida se
apagó en Toledo, aquejado por una enfermedad que lo acompañaba desde 1858, el
22 de diciembre de 1870, en plena juventud (34 años), meses después de la
física desaparición de su hermano, que había fallecido en septiembre.
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RIMA XIII
Tu
pupila es azul y cuando ríes
su
claridad suave me recuerda
el
trémulo fulgor de la mañana
que en
el mar se refleja.
Tu
pupila es azul y cuando lloras
las
trasparentes lágrimas en ella
se me
figuran gotas de rocío
sobre
una violeta.
Tu
pupila es azul y si en su fondo
como
un punto de luz radia una idea
me
parece en el cielo de la tarde
una
perdida estrella.
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RIMA LIII
Volverán
las oscuras golondrinas
en tu
balcón sus nidos a colgar,
y otra
vez con el ala a sus cristales
jugando
llamarán.
Pero
aquellas que el vuelo refrenaban
tu
hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas
que aprendieron nuestros nombres...
¡esas...
no volverán!.
Volverán
las tupidas madreselvas
de tu
jardín las tapias a escalar,
y otra
vez a la tarde aún más hermosas
sus
flores se abrirán.
Pero
aquellas, cuajadas de rocío
cuyas
gotas mirábamos temblar
y caer
como lágrimas del día...
¡esas...
no volverán!
Volverán
del amor en tus oídos
las
palabras ardientes a sonar;
tu
corazón de su profundo sueño
tal vez
despertará.
Pero
mudo y absorto y de rodillas
como
se adora a Dios ante su altar, ...
como
yo te he querido...; desengáñate,
¡así...
no te querrán!
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RIMA XXI
¿Qué
es poesía?, dices, mientras clavas
en mi
pupila tu pupila azul,
¡Qué
es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía...
eres tú.
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RIMA XXIII
[A
ella. No sé...]
Por
una mirada, un mundo;
por
una sonrisa, un cielo;
por un
beso... ¡Yo no sé
qué te
diera por un beso!
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RIMA XXXVIII
Los
suspiros son aire y van al aire.
Las
lágrimas son agua y van al mar.
Dime,
mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes
tú adónde va?
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