POESÍA PARA LA CRISIS
Biblioteca
“Honorato de Castro” de Borja. (Zaragoza)
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Gabriel Celaya. (Seudónimo de Rafael Múgica Celaya;
Hernani, 1911 - Madrid, 1991) Cursó el bachillerato en San Sebastián y la
carrera de ingeniero industrial en Madrid, viviendo en la Residencia de
Estudiantes donde conoció a Lorca y otros artistas, que le dejaron un
recuerdo imborrable.
Sus primeras tentativas como poeta no
fueron aceptadas en modo alguno por su familia, razón por la cual eligió
escribir con seudónimo.
Autor muy prolífico (casi un centenar
de obras) Gabriel Celaya es uno de los autores más representativos de la poesía
social de los cincuenta, siendo el resultado de la expresión de experiencias
colectivas y estando siempre cargada de un propósito de denuncia.
Los últimos años de su vida
transcurrieron entre penurias económicas que le llevaron a vender su
biblioteca a la Diputación Provincial de Guipúzcoa, y a que el Ministerio de
Cultura se hiciera cargo del coste de su estancia en el hospital en 1990.
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LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE
FUTURO
(De "Cantos iberos", 1955)
Cuando
ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se
palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente
existiendo, ciegamente afirmando,
como
un pulso que golpea las tinieblas,
Cuando
se miran de frente
los
vertiginosos ojos claros de la muerte,
se
dicen las verdades:
las
bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se
dicen los poemas
que
ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden
ser, piden ritmo,
piden
ley para aquello que sienten excesivo.
Con la
velocidad del instinto,
con el
rayo del prodigio,
como
mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo
idéntico a sí mismo.
Poesía
para el pobre, poesía necesaria
como
el pan de cada día,
como
el aire que exigimos trece veces por minuto,
para
ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque
vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir
que somos quien somos,
nuestros
cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos
tocando el fondo.
Maldigo
la poesía concebida como un lujo
cultural
por los neutrales
que,
lavándose las manos,
se
desentienden y evaden.
Maldigo
la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago
mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y
canto respirando.
Canto,
y canto, y cantando más allá de mis penas
personales,
me ensancho.
Quisiera
daros vida, provocar nuevos actos,
y
calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me
siento un ingeniero del verso y un obrero
que
trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es
mi poesía: poesía-herramienta
a la
vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal
es, arma cargada de futuro expansivo
con
que te apunto al pecho.
No es
una poesía gota a gota pensada.
No es
un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es
algo como el aire que todos respiramos
y es
el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son
palabras que todos repetimos sintiendo
como
nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo
más necesario: lo que no tiene nombre.
Son
gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
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Pulsa
aquí si quieres ver y escuchar una canción sobre este poema, interpretada
por Paco Ibáñez.
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