lunes, 27 de abril de 2020

2020_04_27. Gabriel Celaya. La poesía es un arma cargada de futuro.

POESÍA PARA LA CRISIS
Biblioteca “Honorato de Castro” de Borja. (Zaragoza)



Gabriel Celaya. (Seudónimo de Rafael Múgica Celaya; Hernani, 1911 - Madrid, 1991) Cursó el bachillerato en San Sebastián y la carrera de ingeniero industrial en Madrid, viviendo en la Residencia de Estudiantes donde conoció a Lorca y otros artistas, que le dejaron un recuerdo imborrable.
Sus primeras tentativas como poeta no fueron aceptadas en modo alguno por su familia, razón por la cual eligió escribir con seudónimo.
Autor muy prolífico (casi un centenar de obras) Gabriel Celaya es uno de los autores más representativos de la poesía social de los cincuenta, siendo el resultado de la expresión de experiencias colectivas y estando siempre cargada de un propósito de denuncia.
Los últimos años de su vida transcurrieron entre penurias económicas que le llevaron a vender su biblioteca a la Diputación Provincial de Guipúzcoa, y a que el Ministerio de Cultura se hiciera cargo del coste de su estancia en el hospital en 1990.

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
(De "Cantos iberos", 1955)

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

Cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos,
se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

Pulsa aquí si quieres ver y escuchar una canción sobre este poema, interpretada por Paco Ibáñez.

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